Seguidores

sábado, 12 de noviembre de 2011

FELIZ CUMPLEAÑOS SARAY!!!

Pensabas que nos habíamos olvidado de ti?? Pues no!! Esto lo tramamos ayer por la noche, hemos tardado porque Pepi no da señales de vida. Su felicitación no está porque no he logrado contactar con ella, pero en cuanto pueda la añadiré. Aquí están:

@Nytharina:
Saray, aunque estemos lejos en la distancia sabes que cada día ocupas un poquito de mis pensamientos. Y en este día tan especial que acaba de comenzar, aún más porque... ES TU CUMPLEAÑOS!!!!! Y te deseo que pases un día estupendo, Tontaca!!!! Muchas felicidades cariño!!!! Que vales mucho y eres una pasada de personita!!

@lau_ozfiz y @crazy_mj:
Retransmitiendo desde Sevilla, sí, desde Sevilla. Aquí MJ y Lau. Andamos juntas. Sí, podemos pegarnos galletas mutuamente, de hecho ya ha habido alguna que otra... xD El caso es que, queremos felicitar a nuestra querida tontaca Saray, no tenemos muchos medios porque no tenemos WiFi para el ordenador, pero por las tontacas se hace lo que sea... :P
A la pequeña Saray.... MUCHÍSIMAS FELICIDADES. Ya te nos estás haciendo viejuna. Nuestro mejor regalo hubiese sido que todas las tontacas nos juntasemos para celebrarlo, pero no puede ser, así que desde Sevilla, MJ y yo queremos que pases un día genial, que te acuerdes de nosotras y que... TE QUEREMOS!
Un abruzoooooooooooo y mil besitoooooos.

@Slayertxu:
Saraaaay!!! Aunque estemos lejos y aún no nos hayamos desvirtualizado, desde aquí te envío un montón de besos, sabes que si necesitas cualquier cosa somos una pequeña familia! Y el regalo que me gustaría darte es mucha autoestima. Y amor propio. Sí sí, como lo lees, que te hace falta empezar a apreciarte tanto como te apreciamos las Tontacas!! Que te queremos!
Un besazo guapa!! Y FELICIDADES Y UN TIRÓN DE OREJAS!

sábado, 5 de noviembre de 2011

Una vez, en Roma...

Era verano, y me fui de viaje a Roma con una amiga. Y al quinto día decidimos que ya era hora de conocer la noche, aunque tuviéramos que salir hacia el aeropuerto antes de que saliera el sol.

Como no conocíamos la zona de marcha, entramos en el primer pub que vimos. Que de marcha no tenía nada. Pero el camarero, un joven de muy buen ver, nos escribió las indicaciones para llegar a las discotecas. Resulta que esa zona estaba tan a las afueras que ni salía en el mapa, y sólo se podía llegar en metro o en taxi. Y allá que fuimos.

La primera discoteca en la que entramos estaba llena (y digo llena) de gente de color. Vamos, que éramos las únicas blancas que había. Nos encantó, ponían mucho rap y de improviso se organizaban espectáculos de break-dance, como en las películas. Varios intentaron que mi amiga y yo saliéramos a bailar, pero lo de hacer tanto el ridículo... no es para mí.

Luego fuimos a una en la que tenías que esperar tras una valla hasta que la relaciones públicas te señalara con el dedo. Allí no duramos ni cinco minutos, era todo un tugurio oscuro con jaulas vacías. Un poco tétrico.

Y ya por último llegamos a una que estaba muy bien, tenía buena música y una terraza muy bonita. Ahora, tenéis que entender que llevábamos cinco días sin parar de andar, durmiendo poco y comiendo mal. Así que eran las 5 de la mañana, y yo tuve que sentarme en un banco porque no podía más: me dolía todo, me estallaba la cabeza... Que quería irme al hostal, vamos. Sólo había problema: faltaba una hora hasta el primer metro, y el taxi nos iba a cobrar 30€, que en aquellos entonces era un dineral. Por tanto, estaba de muy mal humor, y cuando se me acercó un grupo de chicos fui muy borde. MUY borde. Y mi amiga, para suavizar las cosas, les explicó la situación. Y entonces fue cuando uno de los chicos me dijo: "puedo llevarte en coche, si quieres". Os juro que levanté la cabeza a una velocidad sobrenatural y le dediqué la sonrisa más brillante de mi vida. Y acepté.

No os confundáis, mis padres me han enseñado muy bien que no debo subir a coches de desconocidos, y menos con alguien que lleva una copa en la mano. Pero estaba desesperada.

De camino al coche, fuimos hablando con los dos chicos que se habían ofrecido. Eran muy simpáticos, y uno de ellos, Sisto, no estaba nada mal, e incluso hablaba un poco de castellano. Yo ya me había animado totalmente, así que cuando nos dijeron que nos llevaban a desayunar, acepté. Mi amiga y yo flipábamos con lo que estábamos haciendo, pero a la vez estábamos entusiasmadas. Total, que nos abrieron una pastelería sólo para nosotras y nos invitaron a comer un chocho. Sí, mal pensados; es una especie de pastel con nata y chocolate. Nos pusimos finas finas.

Y esto es todo lo que voy a contar, que sino el post va a parecer un puñetero libro :) Baste decir que cuando volví a España, Sisto me escribió emails y me llamó varias veces al móvil, hasta el punto de acojonarme un poquillo... A partir de ahí nunca volvimos a saber de ellos. Pero siempre te querré, Roma.