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sábado, 5 de noviembre de 2011

Una vez, en Roma...

Era verano, y me fui de viaje a Roma con una amiga. Y al quinto día decidimos que ya era hora de conocer la noche, aunque tuviéramos que salir hacia el aeropuerto antes de que saliera el sol.

Como no conocíamos la zona de marcha, entramos en el primer pub que vimos. Que de marcha no tenía nada. Pero el camarero, un joven de muy buen ver, nos escribió las indicaciones para llegar a las discotecas. Resulta que esa zona estaba tan a las afueras que ni salía en el mapa, y sólo se podía llegar en metro o en taxi. Y allá que fuimos.

La primera discoteca en la que entramos estaba llena (y digo llena) de gente de color. Vamos, que éramos las únicas blancas que había. Nos encantó, ponían mucho rap y de improviso se organizaban espectáculos de break-dance, como en las películas. Varios intentaron que mi amiga y yo saliéramos a bailar, pero lo de hacer tanto el ridículo... no es para mí.

Luego fuimos a una en la que tenías que esperar tras una valla hasta que la relaciones públicas te señalara con el dedo. Allí no duramos ni cinco minutos, era todo un tugurio oscuro con jaulas vacías. Un poco tétrico.

Y ya por último llegamos a una que estaba muy bien, tenía buena música y una terraza muy bonita. Ahora, tenéis que entender que llevábamos cinco días sin parar de andar, durmiendo poco y comiendo mal. Así que eran las 5 de la mañana, y yo tuve que sentarme en un banco porque no podía más: me dolía todo, me estallaba la cabeza... Que quería irme al hostal, vamos. Sólo había problema: faltaba una hora hasta el primer metro, y el taxi nos iba a cobrar 30€, que en aquellos entonces era un dineral. Por tanto, estaba de muy mal humor, y cuando se me acercó un grupo de chicos fui muy borde. MUY borde. Y mi amiga, para suavizar las cosas, les explicó la situación. Y entonces fue cuando uno de los chicos me dijo: "puedo llevarte en coche, si quieres". Os juro que levanté la cabeza a una velocidad sobrenatural y le dediqué la sonrisa más brillante de mi vida. Y acepté.

No os confundáis, mis padres me han enseñado muy bien que no debo subir a coches de desconocidos, y menos con alguien que lleva una copa en la mano. Pero estaba desesperada.

De camino al coche, fuimos hablando con los dos chicos que se habían ofrecido. Eran muy simpáticos, y uno de ellos, Sisto, no estaba nada mal, e incluso hablaba un poco de castellano. Yo ya me había animado totalmente, así que cuando nos dijeron que nos llevaban a desayunar, acepté. Mi amiga y yo flipábamos con lo que estábamos haciendo, pero a la vez estábamos entusiasmadas. Total, que nos abrieron una pastelería sólo para nosotras y nos invitaron a comer un chocho. Sí, mal pensados; es una especie de pastel con nata y chocolate. Nos pusimos finas finas.

Y esto es todo lo que voy a contar, que sino el post va a parecer un puñetero libro :) Baste decir que cuando volví a España, Sisto me escribió emails y me llamó varias veces al móvil, hasta el punto de acojonarme un poquillo... A partir de ahí nunca volvimos a saber de ellos. Pero siempre te querré, Roma.

14 comentarios:

  1. Estoy podría haber terminado en una bonita historia de amor... pero suponiendo lo babosos que son los italianos... Yo salí de fiesta en Florencia y más de lo mismo, todos sobones xD Pero vamos, que... ADORO ROMA!! QUIERO VOLVER!

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  2. Sí que son sobones, pero... Y LO BUENOS QUE ESTÁN QUÉ!!! Ay... Yo he ido dos veces a Roma y quiero volver a Italia en general, me encanta! Y me encantan los italianos!

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  3. Ais, si de visita todo parece muy guay, pero ves que no lo es si vives allí :D Los italianos dejan bastante que desear, por aquí los tenemos mucho mejores ;D

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  4. Pues debo vivir en partes malas de España y me encontré con lo bueno de Italia... Debe ser que por estar de vacaciones todo parece idílico, no lo discuto...

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  5. Si que están buenos sí... vamos, para echarles un polvo y no dejarlos vivos! xD

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  6. Los italianos dejan mucho que desear, pero siempre hay excepciones (recuerdo aquel chico que vino de erasmus hace un par de años...). ¡Yo también quiero ir a Italia!

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  7. Los italianos mucha fama y poca chicha ... que manera de despreciar el producto nacional.

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  8. jajajajaja estas cosas sólo pasan en los viajes :)

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  9. Joer qué mala fama tienen los italianos... Pues yo quiero a uno, qué más da si es para usar y tirar hombre!

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  10. A mí no me gustan nada los italianos, tienen las manos demasiado largas!!!!!

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  11. Hola!
    Es la primera vez que entro en vuestro blog y me ha encantado así que desde hoy os sigo.
    Yo también me acabo de hacer uno, espero que le hagais una visitilla jaja
    A mi también me encantaría que me pasase alguna historia de amor así como esta :)

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  12. Ojalá fuera una historia de amor, Estrella! Pero fue muy divertida, eso no te lo discuto. Apuntado queda tu blog!

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