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martes, 26 de noviembre de 2013

De nuevo, muchas gracias a mis Tontacas.

Cuando sigáis leyendo, seguramente exclamaréis: ¿Ya?
Pues sí, cariñas mías, esta noche hace un año que pasaba con mi padre las últimas horas de su vida. En el hospital, los dos solos en la habitación, mi padre ya no respondía ni sufría. Yo muy asustada, no sé la razón, pero tenía el miedo metido en el cuerpo.
Y al otro lado de la pantalla, vosotras. Os iba comentando lo que ocurría, que había venido el enfermero y le había puesto más sedante. O que parecía que ya llegaba la hora, pero no, se retrasó hasta las 13:15 de la mañana.
Mañana mi padre hará un año que se fue. Y me costó, pero he llorado, mucho, seguramente más de lo que se merecía, pero era mi padre, era el abuelo de mi hijo y de los hijos de mi hermana. Era el marido de mi madre. Era muchas cosas además de un mal padre. Y tengo mucha pena dentro de mi, y mucha rabia. Si no hubiera malgastado su vida con el alcohol, hoy seguiría vivo, o al menos no lo habría matado el cáncer de colon que se lo llevó. Podrían haberlo operado, pero no fue posible porque tenía el hígado muy lastimado por culpa de años y años de beber.
No soporto recordar lo mal que lo pasó por el tratamiento de quimioterapia. Se me encoge el alma cuando recuerdo todo el peso que perdió y lo mucho que empeoró físicamente. Se quedó sin pelo, él, que tenía un pelazo fuerte y digno de envidia de muchos de su edad. Tenía que usar cojines para sentarse en cualquier sitio, incluso cuando iban al parque, porque le faltaba músculo, estaba en los huesos. La última semana paseaba a su lado por el pasillo del hospital y lo veía a mi lado, pequeño, débil... y hablamos en una hora lo que no habíamos hablado en años. Me decía que esas navidades se quería quedar en casa, que no tenía ganas de salir a casa de nadie, y yo me guardaba las lágrimas sabiendo que no llegaría a esas fechas. Le comentó a mi madre que le daba miedo no ver crecer a mi hijo... y a mi se me rompió el corazón cuando mi madre me lo dijo.
También sé que habló con mi madre un par de días antes de morir y confesó que sentía que se iba en paz conmigo. Porque en el año y poco que duró su enfermedad, estuve ahí para lo que hiciera falta, para llevarlo a las visitas, para quedarme con él si mi madre no podía y, finalmente, para pasar las noches y evitar que mi madre lo hiciera, 24 horas en el hospital no hubiera sido nada bueno para ella.
Porque... era mi padre. Y ya no está. Supongo que lo quería sólo por ser quien me dio la vida. Y era un gran abuelo, sus nietos lo adoraban.
Y me estoy hartando de llorar, así que GRACIAS CHICAS, por la compañía y por vuestras palabras de ánimos. Os llegué a sentir muy cerca mío.
Gracias.

2 comentarios:

  1. Y tanto que ¿YA?
    A veces el tiempo pasa volando. Y aunque no es un aniversario que te gustaría tener que recordar, algunas cosas son inevitables. Estamos aquí para ti, ya lo sabes.
    Un besazo Yosi!

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  2. Mi pequeña grande. El tiempo para rapidísimo pero siempre tendrás a las tontacas, lo estuvimos, lo estamos y lo estaremos. Los recuerdos son duros, llora sin miramientos.
    Mil besazos preciosa!

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